cortesia de www.miportalespiritual.com
El Gran Arcano
En perfecto acuerdo con la enseñanza arcaica de Las Estancias de Dzyan, la idea Pitagórica del universo es la de las siete esferas cristalinas que emiten en su movimiento concéntrico, las respectivas notas de la escala musical en una armonía perfecta, inapreciable al oído humano, por formar parte como la rotación terrestre, de la esencia del mundo. Es ésta una de las explicaciones formales, de la naturaleza de la música, (sonido-verbo), heredado al sabio helénico del siglo VI a.c. de sus fundamentos orientales, egipcios y caldeos.
El gusto musical griego definió siete sonidos fundamentales, que en la denominación medieval adquirieron los nombres con los que se conocen en la actualidad: Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Si.
La escala, es la ordenación sucesiva de las notas en relación creciente de tonos y semitonos; la escala diatónica o de siete sonidos, repite el primero como octava nota de la escala, con la que se constituyen dos grupos en relación idéntica de tonos y semitonos, llamados tetracordos: Do-Re, Mi, Fa, con la secuencia tono-tono-semitono, y Sol, La, Si-Do, en el mismo orden, al existir un semitono entre Si y Do.
En la consideración Pitagórica del cosmos, la música es un elemento básico del universo. Siete esferas, con sus siete escalas correspondientes, tres de ellas, superiores, para el universo “in abscondito” y tres escalas inferiores para el universo manifiesto y el HOMBRE el microcosmos del macrocosmos, en la cuarta escala, inmanente en ella el total.
Este concepto es lo más abstruso para la humana comprensión, pues derivado de ello, viene el conocimiento de “nuestro Dios interior.” Comprendido es, por tanto, para aquel, partícipe de la Gnosis.
Si la música es un elemento básico del universo, lo es de la materia, puesto que el universo es materia en su totalidad, “tosca o sutil”, de acuerdo a si es o no percibida por los sentidos. La materia “suena” en tonos particulares, audibles o no, permitiendo que el sonido sea una de sus cualidades o atributos.
En el HOMBRE, el primer tetracordo: ¡Do! “suena “ en el “Do de pecho”, a la altura de la glándula del timo, detrás del esternón; ¡Re!, en la corteza adrenal, a la altura del ombligo. Sistema endocrino del eje adrenal-pituitario que secreta entre otras, las hormonas esteroides sexuales. Son elementos en formas de casquetes sobre los riñones. ¡Mi! en las gónadas y ¡Fa! en la próstata en la base del falo.
El segundo tetracordo: ¡Sol! en la frente, entre ambas cejas; la “estrella” del asceta que lo acompañará por toda su vida terrena. Es su Sol interior y lo caracteriza como elegido:
«No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro DIOS.»
Apocalipsis 7-3.
«Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes.»
Apocalipsis 9-4.
Continuando con el segundo tetracordo: ¡La! “suena” en la glándula pituitaria o hipófisis; la glándula “maestra” del sistema endocrino adrenal-pituitario, localizada en la “silla turca” en la base del cráneo. ¡Si! en la glándula pineal, junto a la hipófisis; la más enigmática de la fisiología, puesto que no se le conoce función alguna, al menos para el “hombre moderno.” Es el “ábrete sésamo” de la razón de la intuición y de la visión interior del HOMBRE.
La cuarta nota del segundo tetracordo, “¡Do! de cabeza”, tiene su armonía en toda la masa encefálica, pero no posee un “centro de gravedad” correspondiente. Está “fuera” del HOMBRE y se siente como un vórtice que sale por la “coronilla”, en la parte superior del cráneo, cuando el asceta realiza el RETORNO. ¡Emula un agujero negro o no-sol!
¡Fa! es la nota que sintetiza el universo material del asceta, “este”, el cuerpo físico; en contraposición a ¡Si!, el “universo espiritual.”
En la ciencia sagrada, el sonido, !AUM!, que se pronuncia como ¡OM!, reviste una importancia excepcional, puesto que todos los sonidos, son resonancias del sonido primigenio ¡AUM!
El mismo sostiene todo el universo y corresponde al blanco, en comparación con el espectro de la luz visible, que inmanente tiene todos los colores.
¡AUM! (¡OM!) es la octava superior, la nota fundamental de la absoluta realidad que el asceta puede percibir cuando su oído interno se abre a lo universal. Es el sonido trascendental de la escala interior cuando se pronuncia con el “corazón”, a la altura del esternón, donde suena el ¡Do! de pecho.
Realizando así el REPLIEGUE, el asceta se concentra en su ATMA (ALMA) y detiene la actividad mental. «Es pues necesario, llevar el sonido, ¡OM!, hasta la más alta frecuencia conciencial, cuando ya no es perceptible, de modo que transfiera la conciencia (cit) nouménica al “intervalo inexpreso y silencioso”, allí donde se puede alcanzar el SER.»
Para realizar lo expuesto, se necesita perseverancia, humildad, intuición supraconciente, amor a lo infinito y posiblemente, una guía eficaz.
«¡OM!
“Aquel” es plenitud.
“Este” es plenitud.
La plenitud nace de su plenitud:
Todo es plenitud.
¡OM! Paz, paz, paz.»
Isa – Upanisad.
Y el asceta sumido queda en la plenitud del ATMA, consciente de “este” y de “Aquel.”
Es necesario este estado preadámico, hasta la cesación del movimiento interior, antes de pretender alcanzar el, ¡NO-SER! En el TAO DE SU ATMA, el asceta reposa en su paz interior… ¡SO-HAM! (El-es-“yo”)… ¡A-HAM-SA! (“yo” soy El)
«Es el ATMA que se encuentra en todos los seres, y todos los seres se encuentran en El.
Cuando se le ve, se alcanza la Identidad con el SUPREMO; no existe (en verdad) ningún otro medio.»
Kaivalya-Upanisad.
«Considerando el propio “yo” como a una astilla, que sirve para encender el fuego sagrado, y la sílaba ¡OM!, como otra astilla. Y ejercitándose en la discriminación que devela el conocimiento, el SABIO consigue extinguir la esclavitud.»
Kaivalya-Upanisad.
Simbólicamente es el TAO, o la T por su semejanza con la cruz, también la estrella de seis picos de los judíos o “sello de Salomón”, que significa el ?, (triángulo inferior RE-MI-FA) con su vértice hacia arriba (¡Fa!) y el